Hoy me decidí a contar tu historia

Hoy me decidí a escribir tu historia, como parte de la mía, para explicarme en el futuro las razones de mi vida y porqué siento este dolor tan grande y este egoísmo infinito, al mirar tus ojos vacíos tratando de recordarme, Soy yo, tu nieta, la que ha vivido como tú nos enseñaste, pero como poder, si tú eres todo. Eres mi fuerza, mi raíz, mi vida entera.

No sabes cómo extraño vernos juntas tomando el té, hablando de cosas sin sentido, mirándonos a los ojos y sintiendo que la vida de ambas tiene una razón. ¿Te acuerdas? ¿Recuerdas las aspirinas para curar mi resaca? ¿Recuerdas las comidas y cada vez que se nos terminaba el azúcar? ¿Recuerdas quién eres? ¿Recuerdas lo que fuiste?

Hasta un punto no te culpo. ¿Cuál es el propósito de seguir recordando si lo hecho ya no se puede deshacer? Si lo que no fue, no lo será nunca. Te dedicaste a nosotras con devoción y porfía, jamás dejaste de ver a mi madre como la niñita que hacía rato había dejado de ser. ¿Fuiste feliz?

Siento que van a quedar para siempre sin respuesta estas preguntas, que estamos congeladas en tu tiempo feliz, donde eras capaz de todo, con esa fuerza magnífica que emanaba de tu ser, que años después la vi repetida hasta la abundancia. Alguna vez te pregunté el por qué, creo que nunca me atreví a indagar tan profundo. Eres tan completa que no tienes defectos para mí. He querido ser como tú siempre. He tratado de escucharte y de quererte más que todos los que te conocen, más que todos los que te han amado.

Mis primeros recuerdos son contigo presente, tus ojos verdes, tu cabello tan fino, sujetado siempre con lo que fuera. Era como una vergüenza, la gringa sin sal, te llamaban. Odiabas tu piel transparente y frágil, tu aspecto distinto, incluso tus ojos. Años después hubiera dado mi vida, por lucir como tú, tal vez ahora no estaría aquí, escribiéndote…. Pero esa es otra historia, que más adelante te cuento.

Me miras con tus ojos vacíos y siento que mi vida se ahoga en un recuerdo sin tiempo, que tú tratas de buscar con paciencia infinita, como buscando los hilvanes perdidos de tus costuras. ¿Donde estás ahora? ¿Qué te hace aferrarte a esta vida? ¿Estamos condenados a perder lo que más amamos, precisamente por amarlo tanto?. Siempre fue notable la precisión de tus recuerdos. Empezaste a anotar detalles en tus pequeñas libretas o en las que yo te regalaba, hechas con restos de mis cuadernos, que atesorabas entre tus recuerdos.

Tus fotos, ¿dónde están tus fotos? “Son recuerdos vacíos”, alguien me dijo una vez, «congelados en un minuto del tiempo que ya no vuelve, que te esclaviza y te tortura, porque ya no somos los mismos».

Olguita querida, me he vuelto una maniática del tiempo, me he vuelto gris y desesperanzada en este punto, desde que él me pidió que regresara. Tú siempre lo quisiste tanto. Intuyo que hasta el día de hoy sueñas que aparezca con su porte de príncipe, sus ojos alegres y sus fantásticos chocolates, que tú guardabas bajo tu almohada y te comías calladita, saboreando.

¿Cómo podemos empezar? ¿Por dónde? Los primeros recuerdos que tengo de ti son acompañando a mi madre en todo. Eras una constante. Te recuerdo doblando las sábanas, esas tan blancas y tan fuertes que tú misma cosías, con esa tela alba y perfumada por el sol y el jabón; que colgaban infinitas en el cordel. ¿Recuerdas nuestra casa?. Cuántas veces maldecimos vivir en ella, pero qué falta nos hace su espacio. Te imagino incansable, limpiando, lavando, inventando una nueva tarea para acortar el día, para darle un sentido, para no pensar, para olvidar, para vivir.

Te extraño ahora, incluso frente a ti. Extraño nuestras conversaciones, tu risa contenida, nuestros recuerdos, nuestro hogar. El calor, el sabor de tu comida, la dulzura de tus abrazos. Te extraño como si ya te hubieras ido, y no es así. Somos egoístas los seres humanos, Olguita, lo sé. Lo vivo en carne propia cada día, no puedo aceptar que ya no eres la misma, no puedo concebir que no estás más conmigo. ¿Nos preparas, tal vez? Aprietas mi mano y me pregunto si sientes que estamos conectadas. Me pregunto si sabes que voy a contar tu historia.

N de la R: Esta entrada la escribí hace mucho tiempo atrás, cuando mi querida abuela Olga Palma Müller aún estaba con nosotros y empezaba su lenta despedida de quienes fueron lo más importante en su vida. Un año después, en una fecha como hoy,  falleció a los 93 años. Descansa en la tumba que era de su madre, en el cementerio del pueblo donde ella y yo nacimos. Aún la extraño y recuerdo sus palabras, sus historias y su vida, parte de la que, con todo mi cariño, he compartido con ustedes, como un homenaje a ella, en esta bitácora.  Te quiero mucho Olguita.
Anuncio publicitario

19 comentarios en “Hoy me decidí a contar tu historia

  1. Todavia te extrañamos , pero contenta la idea de pensar que volviste a nuestra casa y estás por ahi haciendo alguna costura……….algun trabajo manual, alguna pequeña reparación de tu cocina, algún caldo o comida rica…….

  2. Mientras conservemos el recuerdo de la gente que quisimos continuarán vivos. Sólo morirán cuando aquí no quede nadie que les recuerde. Ese si es el final en éste, nuestro mundo terrenal.
    Si bien, podemos darle alas a nuestra nostalgia y esperar encontrarnos algún día más allá.

    Es cuestión de opciones.

    Un fuerte abrazo

    • Minicarver: Asi es, desde el fondo de mi corazón brotaron estas líneas en un momento cruel en que me di cuenta, gracias a mi propio egoísmo que una constante poderosa en mi vida se iba a perder.
      Un abrazo y gracias por pasar.

  3. Voy a confesar dos cosas. La primera, que nunca creí que alguna vez fuera a leer algo en un blog que me tocara tanto como para que me bajaran las lágrimas. La segunda, que me han bajado las lágrimas con esto que escribiste.
    Espero que eso sea suficiente comentario.

    PD: esta parte: «¿Cuál es el propósito de seguir recordando si lo hecho ya no se puede deshacer? Si lo que no fue, no lo será nunca.» Me quedo con esta parte.

    • David: Me emociona que te hayas emocionado. Es EL COMENTARIO. Muchas gracias por hacérmelo saber. Creo que lograr entrar un poquito al corazón de alguien y conmoverlo con lo que uno escribe es razón suficiente para decir : «confieso que he escrito».
      Muchas gracias y nos leemos

  4. Entrañable recuerdo el que has dejado plasmado en tu entrada Chrieseli. Hoy es un día extraño lleno de emociones y ternuras esparcidas por este curioso mundo virtual.
    Un beso enorme.

  5. Que hermoso retrato, la verdad es que me ha emocionado. Yo también tengo un gran recuerdo de mi abuela, viví con mis abuelos hasta la asdolescencia y si pienso en cuando era pequeña siempre están ellos.
    Salut

    • Micromios: Creo que no existe un amor como el de los abuelos. Se recuerda siempre dulce, se siente distinto, en los abrazos, en las frases compartidas. Creo que no los juzgamos como a nuestros padres, sencillamente los amamos.
      Un abrazo y gracias por pasar

  6. Pucha q se echa de menos la abue, a un año de su muerte, es como un mal sueño. Al menos después del terremoto te fui a ver, abue, q bueno saber q no me dejaste sola y q tambien acompañaste a la Ari….

  7. Que ironia, una crónica anticipada de lo que pasaría un año después,………….hace rato quería partir y no podía o le daba simplemente lata partir……….

  8. pucha, hermana, no eres la unica q extraña a mi abue.
    la ultima vez q fui a verla, al momento de despedirme, me dijo:»¿para donde vas, hijita?». «Vuelvo a Conce, abuelita», respondí. «Pero, ¿no venías llegando hace un rato? ¿por que te vas tan pronto?». Me contuve de la emoción, y con la garganta casi ahogada, le dije «ya me tengo q ir»

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s