Mary sirve el postre, y destapa otra cerveza para compartirla conmigo -No te vayas a curar, mira que después no sé si podrás irte caminando a tu casa- ríe sinceramente y le respondo -no te preocupes que llamo un taxi-
Queda un resto de Coca Cola en la botella puesta en la mesa, lo único que Gregorio, su marido, bebe de un tiempo a esta parte. Después de ser un alcohólico impertérrito, de golpe y porrazo dejó el vicio, nadie se explica muy bien porqué. Sólo Mary lo sabe, muy en su interior, pero para ella es mucho más romántico decir que fue el Padre Pío quien le hizo el milagro. Era un infierno vivir con Gregorio y más encima soportar sus borracheras. Mary no lo dice, pero yo lo sé.
Me pregunta si quiero esa Coca Cola y luego de negar con mi cabeza , le sugiero que la bote por el desagüe del lavaplatos y así se elimina grasa del drenaje.
Mary ríe divertida y me dice, no se te ocurra decirle a Gregorio de esto, porque es capaz de comprar una camionada sólo para destrancar el lavaplatos. Es tan exagerado, siempre lo ha sido, pero ahora de viejo se ha vuelto peor.
Se sienta a la mesa, enciende un cigarrillo y me cuenta – Todos los veranos nos vamos a la casa de la playa, y siempre, antes de llegar mis hijas con las niñitas, Gregorio contrata un par de maestros y van a la casa. Esta temporada partió como de costumbre y se le ocurrió limpiar el pozo. Desde que lo había construido jamás le había hecho mucho caso, pero vió en la televisión algún programa y partió decidido. Compró, no me vas a creer, 200 litros de cloro de piscina, para quitar el sarro del estanque del pozo, que después de 12 años, te imaginarás cuánto había. 200 litros!!! Y se lo hechó al pozo, todo, ¡¡¡sin diluir!!! ¡¡¿Puedes creerlo?!!. Lo ví , apoyado al borde del pozo, sin ninguna protección, echándole esta cosa que es tan tóxica. No te puedes imaginar el olor que había luego, cuando abrías las llaves de la cocina o del baño. Es que quemaba los ojos.
Luego, alguien le aconsejó, ya que estaba en esos menesteres, limpiar la fosa séptica, ¡¡¡mira que tontera!!!. Ahí fue Gregorio a comprar a la ferretería ácido muriático, en cantidades, que no te imaginas, no sé cuántos bidones conté.
Era catastrófico, si abrías la taza del water y subía un vapor ácido y luego tirabas la cadena y quedaba una nube medio tóxica flotando. Qué desgracia.
Ese verano tuvimos que comprar no sé que cantidad de agua embotellada, porque no se podía tomar la que salía de la llave…
Mary hace una pausa y le pregunto, con profunda confusión, ¿¿y la fosa séptica la tuvieron de vaciar?? porque con tanto químico yo dudaba que hubiera resistido. Pero Mary me responde, si la fosa es un puro hoyo no más cubierto con cemento. Este Gregorio es tan despreocupado en esas cosas, los maestros de seguro lo hicieron leso y él pagó millones por el sistema y se va todo derechito al mar. ¿Al mar?- pregunto. Si, dice ella, al mar, y mira, justo al frente están los cultivos de choritos. No se te ocurra comer, ¡¡ni de tarro!!