Los Cigarrillos

¿Mary, necesitas algo? Pancho inquiere rápido y urgente. Van al centro a la velocidad de la luz y Gregorio no espera a nadie. No hay tiempo para grandes listas ni encargos interminables. ¿ Te traigo cigarrillos? Es todo lo que se le ocurre a Pancho y todo lo que Mary atina a aceptar. La verdad es que algunos le quedan, pero nunca están de más. Además, Mary no es una gran fumadora, sin embargo, cualquier cosa que relaje la tensión de vivir con su marido, le ayuda.

Mira, que bueno que a Pancho se le ocurrió preguntar, si casi no me quedaban. Esto de estar sin cigarrillos me pone nerviosa, porque a veces, cuando Gregorio se pone «nerviosito», tú sabes, realmente no hay quien lo aguante.

Si ayer sin ir más lejos tuvo un round con una de las chicas. Le dijo hasta para su abuela. ¡Qué bruto que es! Es su hija. Me tengo que haber fumado unos seis cigarrillos al hilo, después tenía un dolor de cabeza, no te imaginas. Es que es tan terrible, si nada acepta, nada entiende, tiene que ser todo como él dice. Yo les he advertido a mis hijas que no sacan nada con alegarle, pero a veces son porfiaditas y ahí es donde quedan las grandes. No, si es terrible. Pero, ¿quieres una taza de té? Estos tienen para rato. Gregorio con Pancho se entretienen y seguro pasan al café. Hay varias partes que solo no iría ni llorando. Si es cobarde, ¿sabes?. Ahora me doy cuenta.

Prende uno de sus cigarrillos de «emergencia» y aspira la bocanada con avidez. Siente que se relaja, pero yo sé que los recuerdos son muchos, la realidad es tan brutal y tan inmensa. Mary no dice nada. Nada más agrega. Sólo queda en silencio, por un rato que para ella es eterno. La casa está en paz, el hombre de sus pesadillas y de su vida entera está por el momento lejos. Pancho tiene el poder de tranquilizarlo, ha dicho Mary muchas veces y por eso espera con ansias nuestra llegada.  A veces es complicado estar en esa casa, entender todo, aceptar la situación, verlo desde afuera solamente. Mary es una víctima, pero sobre todo es una sobreviviente. Hay tanto que yo sé, pero hay tanto que ella se guarda en su corazón. Imagino que los recuerdos son tan decidores y crueles, no puede traerlos sin perturbar la aparente calma que ahora goza, al menos por este rato.

Pronto regresan los paseantes. Entran muertos de la risa. Mary ríe también. Es como si de nuevo estuviera en la casa de los papás de Pancho, al amparo de la Pestañita, sintiéndose distendida y más segura. Incluso bromea con Gregorio. Parecemos casi normales. Pancho le entregará los cigarrillos y no me sorprenderá enterarme que Mary no maneja dinero, no tiene ni un peso en su cartera, para nada, ni siquiera para tomar un taxi. Gregorio ha sido minucioso y detallista. Ni un peso, y la firme convicción que no los necesita. No sabría que hacer con ellos.

Fuma otro cigarrillo, esta vez con más calma y placer. Nos tomamos el té tranquilas. La miro desde el fondo de mi alma y siento que es tan víctima de sí misma, como de la vida que ha llevado, del hombre que le ha tocado y del tiempo que ha vivido.

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1 comentario en “Los Cigarrillos

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