Los Saru se acomodan en la gran tina, escapando del frío del exterior. Se acarician sensuales y breves, buscando provocar el menor disturbio del agua, que fluye interminable de la fuente, adornada con la gran boca de bronce que asemeja un ostión dorado.
Se llena la tina lento, el agua ruidosa y clara acapara sus sentidos, se acicalan entre sí y se abrazan tiernamente cubriendo lo que queda de sus cuerpos bajo el agua.
El vapor inunda el lugar, el agua sigue fluyendo, la acústica del espacio invita a relajarse. Se estrechan de nuevo pausados en una experiencia sensitiva y nueva, cada minuto que permanecen en la tina. Se mantienen horas, perfectamente relajados. Han esperado este momento por días y el instante es eterno, grácil y delicado. Se prolonga en sus mentes, en sus cuerpos, como se prolonga el agua cubriendo sus latidos y sus voces. Se acercan nuevamente. Se acarician renovados, en un éxtasis secreto y silencioso. El agua les cubre, ahora, completamente. Caen los pequeños pétalos blancos y rosados en la tina y se completa la suavidad del elemento con el perfume tierno de las flores. Los Saru se vuelven a acicalar e incluso de masajes se llenan, palpan sus cuerpos nuevamente y descubren las zonas más sensibles. El agua es el catalizador perfecto. Avanzan las horas.
Calmados, abandonan la tina mucho tiempo más tarde, callados, perfectamente en armonía con el resto de las cosas. Tendrán la energía suficiente para seguir descubriéndose, lento, pausado, breve, como es la experiencia arrolladora, pero suave de la tina.
Nice, very nice story,congratulations !!
Realmente bonito y sumamente ameno, bien escrito.
BUENA.-