Escuchas de fondo la música que te lleva a los recuerdos, a la madre patria, al vino y las flores, a los guisos de conejo y la paella. La guitarra suena con sentido y sentimiento, con dolor y con nostalgia, con pasión y con el alma. Cambia el ritmo al antojo del que toca y se vienen más y más secuencias. Tu padre cantaba como los dioses. Muchos lo afirmaban y a la luz del fuego y con la gracia de un tablao le evocas, ladino y prisionero de su propio delirio que dejó en tu sangre la memoria de una tierra que jamás has visto.
Los tacones retumban en la escena y se hacen palmas por antonomasia. Escuchas los fandangos, las guitarras presurosas y el tumbao de fondo, golpeando con furia, como un corazón enamorado. Suave y como los colibríes, entra la música inundando tus latidos. Estás espectante, embelesado en los recuerdos. Cambian los tonos y se vuelve ronca la guitarra, se vuelve grave y quejumbrosa. Se hace lento el pulso, y se tranquilizan las manos de las danzantes. Sufre el cantor, es uno con su instrumento. Retumban las voces del pasado. Un ¡olé! viene sin quererlo a tus labios, que es completo con las palmas siguiendo el ritmo. ¡Olé! dirás con dolor y con sentimiento, como es esta música finita, como es este tablao caprichoso, que entrega, quita, sufre y celebra, todo al mismo tiempo.
Excelente narracion, bravo maja !!!
jolines! ez q os ha quedao muy bella la hiztoria, y olé!!!!
Muy bonito, interpretas en todo lo que se siente con esta maravillosa música, el flamenco es así,se siente por dentro mas que por los oídos. Muy bueno, pero demasiado corto.-