El Accidente

¿Usted conoce a un tal Don?, inquiere el policía llamando antes de la madrugada. ¿Es usted su esposa?. Sin dejar contestar ni la primera ni la segunda pregunta, el policía sigue averiguando por información y señas, para dejar caer como si nada que Don ha sido llevado al hospital, a constatar lesiones y la alcoholemia de rigor.

Iba escuchando flamencos, sufriendo con esa pasión maravillosa… Debo haberme quedado dormido. No, no iba borracho, bueno, tal vez un poco, pero tú me conoces, he venido más pasado, pero he llegado. En todo este tiempo nunca había pestañado. Toda mi vida conduciendo y me viene a pasar esta desgracia, a dos cuadras de la casa.

El señor será llevado al hospital y luego quedará a disposición del tribunal. Los objetos personales y del vehículo se encuentran en esta repartición. Haga el favor de retirarlos pasado el mediodía. Él está bastante bebido. ¿Es usted su esposa?

Mira en retrospectiva, se frota los ojos, se incorpora y dice francamente, no, no soy su esposa. Nunca lo he sido. Compartimos el hogar y los gastos, porque más vale pájaro conocido, usted ya sabe el resto, pero aquí cada quién hace su vida y no me moleste con pelotudeces de detalles ni informes judiciales, son las cuatro de la mañana y yo más rato tengo que ir a trabajar.

Mientras esperaba al radiólogo por los exámanes, sonó una alarma de accidente. Todo el mundo corrió, quedé solo, abandonado y no podía moverme. Miguel, mi socio, apareció de la nada y me ayudó a incorporme. Llamó a una enfermera, pero nadie nos hizo caso. Pidió mis documentos  a un auxiliar, haciéndose pasar por doctor y nos vinimos a casa. No puedo moverme ¿sabes? El médico dijo que es parte del traumatismo y que me recuperaré en dos semanas. El auto, ¿lo viste? quedó hecho astillas.

¿Dos semanas? Dos semanas pasan volando, mientras el séquito decadente se viene a las horas más inesperadas a «visitar» a Don. En el intertanto, se termina el café, el azúcar, los bocadillos, la paciencia. Son todos buena gente, son todos agradables y sinceros, pero fuman como chinos, consumen como langostas,  y nadie pone un peso en esta casa. ¿Cuándo te toca control , me dijiste?

No siento mi mano izquierda y no puedo ni siquiera subirme los pantalones. ¿A quién mierda se le ocurre que me voy a mejorar? Estoy amarrado a esta cama, estoy perdido, cagado, botado, quisiera pegarme un balazo, quisiera mandar a todos al demonio, pero tengo que seguir. Estoy al borde del colapso, no puedo ni mear solo, ¿quién mierda me maldijo?

Tenemos que ver cómo te recuperas. Toda la vida desde que empezamos, siempre hemos tenido puros dramas, estoy cansada, profundamente agotada, esto no me lo merezco. Esta situación aplastante y jodida es una maldición. Es todo tu culpa, tu irresponsabilidad, tus constantes ires y venires. Estoy cansada, quiero que desaparezcas, quiero que te recuperes, quiero que toda esta gente se vaya. No es justo para nadie, me estoy consumiendo y viene toda la mierda de antes a mis memorias, cuando estábamos juntos. No estás cumpliendo tu parte, interfieres en mi vida, estoy cansada.

Esta wevada no puede estar sucediendo, estoy aquí como una planta, como un mueble, necesito saber si voy a seguir viviendo de esta forma. No puedo comer solo, estoy postrado y sólo recibo críticas y más críticas. Discusión tras discusión, ¿qué diferencia puede haber ahora?. Todo lo de antes se viene a mi memoria. No puedo trabajar tampoco. En mi vida me había sentido más inútil. Estoy cansado. He pensado en matarme, en no seguir en esta historia, dándole malos ratos a los que están a mi alrededor. ¿ Qué puedo hacer?

El traumatólogo visita la casa, finalmente y ordenará  terapia y más ejercicios, inmediatamente. Basta de cama y de dramas. Basta de inactividad y oscurantismo. Aquí esto es totalmente recuperable, faltan algunas pruebas y exámenes, pero si está postrado no llegamos a ninguna parte. 

La realidad de este lugar es tan brutal. Miro a todos a la cara. Hay gente en tan malas condiciones. Estoy aprendiendo a caminar como los niños y todos a mi alrededor están en las mismas. Hay algunos francamente cagados, francamente deshechos. Y este hombre infundiendo esperanza, porque estuvo entre los enfermos alguna vez. Me voy a recuperar, voy a volver a ser el mismo, por mi bien y de los que me rodean. Hago un firme resolución y un pacto con Dios. Estoy en eso, voy a seguir, voy a dar la pelea, ahora sé que puedo. Sin tu ayuda, sin ti, no habría razón.  A pesar de todo.

La terapia se ha extendido y se sigue extendiendo. Hay un vacío extraño y una sinrazón en todo esto. Preparo las raciones de comida. Se han terminado las visitas, a Dios gracias. El pan, los vegetales, el café y la leche se constituyen en amigos y aliados de tu recuperación. Estamos en esta vida para aprender, siempre lo he dicho. Has sido tan porfiado en todos tus años. Estamos juntos en esto, por una razón insólita y misteriosa. Voy al supermercado, regreso cargada como mula y traigo chocolates y galletas de merienda porque confío que estás avanzando. No me importa ayudar a bañarte ni cambiarte los calzoncillos. Sé que estás progresando, que todo esto tiene un fin y un sentido escondido en alguna parte. Que en esta misma situación, tú hubieras hecho lo mismo por mí.

Lamento lo malo, hemos dicho muchas veces, ambos, por todo y por todos. Lamento no haber aprendido, hemos dicho muchas veces, ambos, por lo que nos queda por aprender. Te doy un beso de buenas noches y me voy a mi habitación. Escucho tus ronquidos y espero que descanses, que el día es largo y aburrido mañana, y que por culpa del descuido, de la vida o del destino, te ha tocado ver desde este ángulo las cosas que siempre es más fácil negar.

Nos vamos salvando de a poquito, mi querida. Sin tu ayuda no hubiera podido. Me repites que no te dé las gracias, pero es imposible no hacerlo. Trabajo fuerte y con ahínco porque ya no quiero ser más carga, como toda la comida y hago esfuerzos para dejar de fumar y no molestarte. Me das el beso de buenas noches y descanso más tranquilo. Estás aquí. Me ha tocado este aprendizaje duro y  detestable. Sigo escuchando flamencos, pero lo que más escucho es tu risa. Sí, hubiera hecho lo mismo por ti.

rehabilitacion

Anuncio publicitario

6 comentarios en “El Accidente

  1. Me alegro que alaben el buen uso de tu «vocavulario», pero además hay que alabar tu paciencia, tu vigor, tu fuerza y aplomo, pero por sobre todo tu humor, ya que sin el Fredy Turbina que rato que hubiese estado nadando o hundiéndose en Pelluco.
    Como siempre incomparable, preciso y arrobador.
    Te has ganado el cielo ganado… che, viste?

  2. Buena muy bien relatada y muy real, me parece conocer al personaje por lo real de el relato, llega al alma en muchas partes.
    Te felicito por tu narración.-

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s