Me miro al espejo en un ejercicio que casi nunca ejecuto y acomodo la bufanda que queda holgando mi cuello. Observo con atención mi semblante y veo las ojeras primeras, producto de la hora de la tarde, el cansancio y el dolor que me ha provocado la vida estas semanas. Miro con atención y reconozco tu imagen en la mía, siento tus manos en mis manos y tu olor a carbón de leña, jabón de tocador, lavanda y sol.
Claramente estás conmigo, en mis gestos, en la onda de mi pelo sobre la frente y en los ademanes apurados a la hora de partir. Te extraño infinitamente. Te extraño hoy más que nunca y miro el reloj. Son las diecisiete con treinta minutos.
Una llamada telefónica, media hora después, me explicará porqué acomodaste mi bufanda y te despediste de esa forma tan sútil y suave.
Que tienen las 5 y tanto de la tarde de especial? Por que tantos eventos ocurren a esa hora que generan espectacion, tristeza, melancolia.
Eran las 5 de la tarde cuando Ignacio Sanchez Mejias era corneado en una plaza de toros y Federico Garcia-Lorca lo hacia saber al mundo.
Tu bufanda guardaba en si misma ese extrañar infinito… lo recogia desde tu espejo, a las 5 y media de la tarde.
Linda historia, cortita, con suspenso y un gran dejo de soledad.-
Hermoso texto, chrieseli. Con ternura y sensibilidad has descrito magistralmente un conmovedor instante de soledad. Un breve relato sin fisuras y de técnica impecable.
Que suspenso……….q pasó media hora despues????