Cuando asomó el sol esta mañana, vi las luces recortándose en el cielo. Los amarillos rigurosos y los naranjas apagados, las nubes y las últimas estrellas que se iban a la carrera. Miré la hora y el calendario. Me vestí de falda y taco alto y una alegría insulsa me invadió de pronto. Di de comer al gato y salí a la calle.
El guindo convidoso me recibió en la esquina con su perfume de ocasión. Es primavera, dijo el gorrión tímido desde la calle, posado arriba del cable de la luz. Es primavera, me susurró el mismo árbol agitando sus florcitas a los aires de la mañana. Me colé en la vida, como todos los días y el sol desentumeció mis pensamientos. Aquí estoy, colmándome de su luz, como lo hacen los caracoles o las lagartijas, después de un día de tormenta, mientras una bandurria grazna apurada, llevando una flor entre sus patas. Ya han cambiado los colores de sus plumas y avanza por el cielo despejado. Sacudo las alas de mi mente y le doy la bienvenida.
Xica: No pensaba en nada particular, sólo me dejé llevar 🙂
Clemen: Gracias por tu post. Estoy contigo en lo de la bienvenida. No hay nada como el solcito, después de un duro invierno.
Luis: Espero tu texto sobre la Acuática de Haëndel. La estoy saboreando ya. Un gran abrazo y gracias por tu comentario.
Weaber: Está entre nosotros, incluso en nuestros corazones. Muchas gracias por tus palabras.
Lindo homenaje a la ansiada primavera, al leer se siente como se ya estuviera entre nosotros, hasta se siente el rico aire.-
Al leer cosas así, te entran ganas de abrir las ventanas de par en par para sentir el aire fresco y oloroso de la anunciada primavera. Y todavía más: respirarlo con fuerza en los pulmones mientras escuchas la Acuática de Haëndel.
Abrazos.
bienvenida primavera!!! que bueno , contagia optimismo y alegria
Casi como cuento de escuela……..en que estabas pensando?