El día de la procesión, grandes mosaicos de coloridas tarjetas navideñas se tomaban las calles, extendidas en la vereda o de pié, precariamente apoyadas contra los árboles, anticipando las festividades y el nacimiento de Jesús con sus texturas enceradas. Delgados couché con dibujos de nieve, rostros de niños colorados por el frío, Santa Claus en su trineo. Nieve, renos, pinos decorados con velas y bolas de colores, guiñaban los ojos a los transeúntes en una fantasía de navidad blanca. Entremedio de pesebres de yeso y restos de paja seca, nos achicharrábamos de calor buscando las tarjetas más coloridas. La costumbre indicaba enviar a amigos y familiares los deseos de paz y recogimiento, de próspero año nuevo, de buenas intenciones y eterna felicidad.
Las elegidas se escribían con cuidada caligrafía y se enviaban por correo, en la esperanza de que llegaran antes que Santa Claus. Así pasaban los días hasta la tarde de víspera de Navidad, siempre cargada de nerviosismo. La noche de paz se transformaba en una larga seguidilla de horas que no avanzaban nunca, en la eterna expectativa de abrir los regalos. Atrás quedaban las tarjetas recibidas, apiladas peligrosamente a los pies de nuestro árbol, decorado con las luces de rigor y el colorido navideño. Ni la cena de pollo y puré de patatas ni el postre de cerezas sacadas directamente del árbol, horas antes, decorado con crema espesa no eran suficiente para calmar nuestra ansiedad. La casa olía a las galletas de maicena, que habíamos ayudado a cortar con manitos nerviosas; a kuchenes de frambuesa y plátano, con la gruesa capa de crema pastelera de vainilla, olía a pollo estofado con arvejas y zanahorias del huerto, olía a días de verano, al agua del grifo que regaba la tierra, antes del anochecer; olía a la colonia de mi padre, que usaba en estas ocasiones especiales. Los pasos nerviosos de mi abuela dándole armonía al ambiente. A su llegada, estábamos listos para comer.
La hora no avanzaba y los dibujos animados de la televisión no hacían nada más que aumentar nuestra ansiedad. Archiconocidas historias de la Navidad blanca no eliminaban nuestro desasosiego. A medianoche y con los ojos escaldados de sueño, eramos conminadas a ir a dormir, so pena de no recibir la visita que tanto esperábamos. Vueltas y vueltas en la cama, poseídas de una energía mayor a nuestro cansancio, aguzando el oído, aspirando los dulces aromas de la casa, hasta que sin darnos cuenta, nos vencía el sueño.
La navidad llegaba con prisa, la misma que nos levantaba de un salto y nos hacía avanzar por la casa dormida en pijama y a pié descalzo y duraba hasta pasado el desayuno, luego era un día de verano como cualquier otro, con juguetes nuevos, con los ojos cargados de sueño y con las mudas tarjetas que quedaban como el último vestigio de la festividad. Las conservábamos por si acaso y creo que aún existen algunas en la casa de mis padres con su olor a dulces y hogar.
Las tarjetas, aunque estén en vías de extinción, tienen un no sé qué que tú has capturado hermosamente en tu relato. Nosotras también, algo chapadas a la antigua, hemos hecho una para felicitar a los amigos de la blogósfera en esta temporada. Te la dejamos junto con nuestros mejores deseos de amor e ilusión para esta noche, así como de prosperidad e inspiración para el año que comienza. [M. dice que también te desea que el viejito pascuero te llene los zapatos, las chancletas, las zapatillas de gimnasia y las botas de toda tu casa]. Besos y abrazos para ti.
Karen & Milla: Un abrazo y gracias por los bonitos deseos. Muchas felicidades para ustedes también.
Saludos
Un relato delicioso, ese regreso a las emociones infantiles, a los tiempos en que la inocencia evitaba que viéramos el mundo tal como descubrimos luego que es.
Gracias por tan bellas palabras y mis mejores deseos para estas Navidades.
Albert: Gracias a ti por tus gentiles palabras. Eres más que bienvenido a esta bitácora, no sólo en Navidades.
Gracias nuevamente y felicidades.
Feliz Navidad y próspero año nuevo. Luego leo con más calma y comento. Ahora estoy en periplo de felicitaciones blogueras.
Fanou: Feliz Navidad para ti también. Un gran abrazo y gracias por pasar.
Feliz Navidad y próspero año nuevo.
Esos nervios pre-navideños son dificiles de olvidar, lástima que tanto preludio, cuando llegaba el día , era tan corto la emoción, que luego quedaba en el recuerdo.
Xica: Siempre es un lindo tiempo la infancia. Un gran abrazo y felicidades
Melancólica estampa del tiempo de la infancia, el único estado en que la felicidad es pura y cierta.
Lo viví de niño y lo revivo hoy en el reflejo de mi rapaz, quien me tiene mareado de tanta carta a los Reyes, a Santa, de cantar en la coral por iglesias y asilos de la tercera edad y no se cansa nunca de Villancicos, luces y fiestas. Magia.
Es imposible obviar tanto entusiasmo.
Abrazo navideño
Eduard: Tal como lo enuncias, la infancia es la única etapa de la vida en que la felicidad es sólo eso, felicidad. Por eso me fascinan los niños y tal vez sea por eso que me niego sistemáticamente a dejar de visitar a mis padres. Me siento niña nuevamente 🙂
Un gran abrazo y a disfrutar al crío. Feliz Navidad!
Con tu relato me has hecho revivir unas sensaciones vividas de niña. Solo cambian los olores de comida y la temperatura!Te deseo que vuelvas a revivir esas sensaciones. Aunque el matiz sea diferente por la edad, si conservas la esencia, como parece que la conservas, el matiz se vuelve insignificante.
Un abrazo y estaré unos días sin pasar por ningún blog. Causa: pluriempleo navideño.
Anne: Una vez en mi vida pasé una Navidad blanca. No te imaginas cómo todo lo que había vivido antes a través de imagenes prestadas, tuvo significado entonces, sin embargo, no hay como la sensación del hogar.
Un gran abrazo y muchas felicidades
jijijiji, era divertido despertar primero y correr a ver el árbol, que aparte de las luces y guirnaldas, amanecia lleno de dulces y chocolates colgados de las ramitas, y nosotros peleando por agarrar el que tenía el envoltorio mas vistoso. luego venia el desayuno con leche y galletas de maicena, kuchen de frambuesas y queque de plátano, mientras mi papá preparaba la carne para el asado de cordero al palo de todos los años….