Da vuelta la cara. Se acomoda el suéter y avanza. Un silencio sideral, seco, sordo, frío, estático se queda entre ellos. Es la manera de herir. Es la única forma de evitar una confrontación que podría ser definitiva. Es el único recurso válido cuando la rabia es incontrolable, cuando las palabras cortan como cuchilladas y cuando el dolor anega el corazón de pena y de lágrimas.
Silencio. Recurso aprendido desde siempre, cuando la madre cerraba la puerta de los sonidos por semanas, en una ley del hielo que no capitulaba jamás, mientras pasaban los días sin dar muestras de notar la existencia del que había cometido el agravio. Así pasaba la vida y el remordimiento se hacía más amargo, más duro de masticar, más inapelable, hasta concluir con una mezcla de conformidad y cierta madurez en el alma de que lo hecho, hecho estaba y que nada se podría cambiar en el tiempo pasado, sólo la vida daba otra oportunidad de otro tiempo, uno nuevo, distinto. Uno diferente.
Silencio en las confrontaciones. Silencio en los hechos cotidianos que merecían un debate sincero. Silencio y nada más. Vasto, claro, definitivo, monumental. Sólo los ojos hablaban, sólo las emociones se escapaban porfiadas a través de ellos. Sólo los ojos y nada más. Como mudos testigos de un cambio de proporciones en el espíritu herido, sólo los ojos adivinaban la pena, sólo los ojos dimensionaban la rabia, sólo los ojos.
Silencio y nada más. Eso se escucha en la casa. Eso y los pasos contenidos, los quehaceres mundanos y el silencio, pesado, cruel, sectario, aplastante. Se irá algún día, bajará la guardia en algún momento y no se lamentará por lo que pudo haber dicho, con el rigor de las máquinas de guerra, sino que guardará la herida en el corazón, la curará en las noches de luna y un día de risas sinceras, desaparecerá.
El silencio, nunca conocí el silencio hasta cuando perdí a un ser querido que llena un espacio y se va por siempre, yo lo he vivido y es un manto que no te lo puedes sacar. El silencio es muy representativo en una relación amorosa y lo conoces cuando pierdes esa relación que sabes que está no le das importancia hasta cuando lo pierdes , saludos sinBalas
sinBalas: Un agrado y una grata sorpresa tu visita. Muchas gracias por tu comentario de esta entrada que enuncia un estado de mutismo, preferido antes que una confrontación tal vez tóxica e hiriente, que podría eventualmente terminar en un final poco afortunado.
Muchas gracias nuevamente y quedas en tu casa. Saludos
Esta es una de esas ocasiones en las que una solo acierta a escribir «he estado aquí leyendo este relato» fascinante.
Hasta el para mí reconfortante silencio en ocasiones puede cortar como una afilada cuchilla. Es muy bueno Chrieseli. Felicidades. Un cálido abrazo.
letrasdeagua: un tremendo abrazo para ti también y las gracias por pasar por aqui. Hay muchas historias, por favor siéntete en tu casa. Saludos
Concha: Gracias por tu comentario y por pasar a visitarme. A veces me pregunto qué es peor, si la palabra dicha con furia o la que no se dijo nunca.
Un abrazo
Para mí no hay nada peor que el silencio que hiere más que unas palabras que al menos liberan el alma. Muy buen relato. Un saludo
Anne: ¡Qué gusto verte por estos lados!. Tus comentarios siempre tan atinados y sinceros son parte importante de esta bitácora.
Un gran abrazo.
MX: Se agradece la perspectiva de un autor tan conciso y bien logrado, como eres tú.
Saludos,
Eduard: La «ley del hielo» es sin lugar a dudas un arma de matices poderosos y decidores. Tal vez pudiese ser la protagonista de una de tus geniales historias de misterio. Un gran abrazo y gracias por tu visita.
Querido Luis: Las gracias infinitas por tus alentadores y amables comentarios. Un abrazo cariñoso para ti también.
Querida chrieseli, el silencio, esta forma de silencio que tan bien describes, al igual que la indiferencia son, a mi manera de ver armas absolutamente mortíferas para una buena convivencia.
Un abrazo,
Excelente ambiente, con un densidad que casi se puede tocar.
Saludos!
Es arma poderosa el silencio, capaz de destemplar al más templado y de enervar al más plácido. Tiene muchos matices y usos, siempre dentro de un contexto, genial descripción del mismo. Consigues un ambiente hermético y tenso, cargado de silencio.
Abraçada
La verosímil descripción y la particular atmósfera que logras en éste y en otros muchos de tus textos escapan ciertamente a la trivialidad corriente que suele darse en el género del relato corto.
Excelente como siempre, mi querida chrieseli. Un fuerte abrazo.
¡Cuántos significados tiene, en estos momentos, la palabra «silencio»! Creo leer entre líneas, ver muchas imágenes, mucho dolor (quizá más del que el texto expresa) tras ese muro de silencio. No sé si esa madre es real o metáfora, si es persona o la personificación de la Pachamama, si las palabras que he leído son polisémicas. En todo caso, para mí trascienden la mera anécdota, ese silencio me dice mucho. Gracias, pues, por decir tanto, estimada chrieseli.
Un abrazo.
Albert: Sí, tiene varias lecturas. El dolor tiene muchas caras, como también lo tiene la esperanza. A veces es mejor morderse las palabras para no causar más pena, a veces es más didáctico el silencio de la madre naturaleza que los miles de discursos y teorías que preparamos para explicarlo todo.
Un agrado que pases por aquí y te tomes la molestia de leer. Te invito a que busques con calma en esta bitácora. Hay muchas historias. Ciertas y otras no tanto. Ojalá que te gusten.
Las gracias infinitas para ti.
Un abrazo
Que tiranía, la que impone esa madre con el silencio.
Un texto muy bueno. La fotografía también me gusta.
Fanou: A veces la palabra dicha con furia hiere más que cualquier otra cosa. Recuerdo haber crecido escuchando a mis compañeras de la escuela quejarse amargamente por frases dichas por sus padres en momentos de ira. Quedan indelebles en el inconsciente y como tal, aparecen para lastimar cuando menos lo esperas. No hay vuelta atrás. Lo dicho, dicho está.
Un agrado verte por aquí y te agradezco tus comentarios. Sé que no son tu fuerte 🙂
Un abrazo y gracias nuevamente