Ahora llueve. Las flores de los cerezos se remojan una a una. El peso del agua las hará caer. Una primavera muy rara, ¿sabes?. Quería contarte que ayer hicimos empanadas. Montañas de carne picada, docenas de huevos duros, kilos de harina con agua y levadura, la olla negra para freír y sin tus manos que nos guíen. Ayer freímos y el perfume untoso del aceite se estabilizó en lo alto de la cocina, como las nubes de lluvia se agolpan, ahora, arriba del techo.
Te extraño como de costumbre y soy la única que te ha recordado en las palabras. Las otras hacen como si nunca hubieras existido. Leo en mi libro los estragos que hace la memoria y los estropicios que hace la falta de ella. Reflexiono lentamente, como lentamente me despojo de mi camisa, aún empapada del olor de la fritura.
Rememoro tus frases, busco en mi recuerdos las técnicas que te llevaste para siempre y de pronto caigo en cuenta que tu presencia se ha disgregado. Antes te sentía sólida, entera, contemplando nuestro empeño, evaluando nuestros esfuerzos, como si nunca te hubieras ido. Hilvanando lentamente los detalles de nuestro accionar, supervisando con tu parca sabiduría y tus sutiles comentarios una actividad que urje por hacerse tradición. Eso espero yo y sé que estarías contenta de esa realidad. No por orgullo, ni por vanidad, sino porque en esos menesteres sencillos forjaste una vida. Una vida que nos enseñaste, a cada una. Siento que soy sólo yo la que te recuerda.
Te veo disgregada, insisto, como si por efectos de tu amor y voluntad, hubieras dividido tu propio ser para darnos a cada una de nosotras, una parte de ti. Chela estornuda como tú. Tus manos están calcadas en las de mamá. Tus pasos cortos y apurados los tiene Cecilia. A mí creo que me ha tocado tu manía del orden, de la no quietud; de la organización estructurada y limpia, ese modo tan tuyo con el que construiste tu vida. Si hubiera sido distinto, si hubiera sido de otra forma, tal vez hoy día no te agradecería tanto con mi memoria porfiada, que se niega a olvidarte.
Sigue lloviendo y no sólo las flores de los cerezos van a ser abatidas con este chaparrón. Pero eso no es lo más importante. A pesar de toda la lluvia, tú sigues entre nosotras. Te siento, por partes iguales, en cada una. Aunque no te nombren, aunque no quieran recordarte. Te haces presente con un guiño de tus ojos verdes. Yo te veo. Yo te siento aún, ¿sabes?. Los estragos que hace la memoria son infinitamente menores que los estropicios que hace la falta de ella.
Hermana:
Yo al igual q tu eche mucho de menos a nuestra querida abuelita para el 18. La recordé efectivamente, sólo q como tu sabes no exteriorizo mis pensamientos como lo haces tú, pero bueno, tambien debo confesar q tienes siempre has tenido aires de ego, pensando q solo a ti te preocupan o te pasan las cosas.
La verdad somos todos distintos y demostramos de distinta manera nuestras penas o alegrias. Eso
Aparte del texto, que es magnífico, me gusta la foto. Curiosamente, la tengo yo también guardada desde hace meses para publicarla algún día en el blog. Saludos.
Zambullida: tus visitas se están haciendo una bonita costumbre en esta bitácora. Muchas gracias por eso y por tu amable comentario.
Muchos saludos para ti también.
Hay una ausencia que nunca me quise imaginar pero vos me has forzado con tu relato y ciertamente que se me ha hecho un nudo en el alma. No pude evitar sentir tus palabras como mías en un futuro. Es un logro de buena narradora.
Un abrazo de los fuertes que doy a mis amigas y que por distancias obvias no te puedo dar.
Clau: lamento haberte causado dolor, aunque veladamente, me provoca algo parecido a orgullo, por lo que tú misma enuncias, «logro de narradora»
Otro abrazo inmenso para ti. Ya llegará el día en que podamos dárnoslo en persona.
Un texto realmente precioso donde una persona que la muerte se ha llevado revive no solamente en la mente de su nieta sino en los gestos de las personas que la amaron.
Un abrazo,
Querida Anne: muchas gracias por tu amable comentario. Creo que mientras recordemos, aquellos que se han ido estarán presentes.
Un abrazo
Nostalgia superior. Una estructura brillante con un desenlace único, redondo.
Dominio a base de trabajar, de pulir, de aprender a mirar, de aprender a decir.
Te superas cada vez más, amiga mía, eres una gran narradora.
Abrazote
Eduard: una grata sorpresa ver tu comentario. Eres muy gentil con tus palabras, realmente. El ejercicio de la escritura tiene mucho de lo que enuncias. Este en particular me costó decirlo, porque tuve que aprender a.
Un gran abrazo y mil gracias por pasar.
Un relato muy sentido sobre un tema cercano, la disgregación de las personas cercanas que se deshacen en la memoria de la enfermedad imbatible. Triste y cercano. Un poco en la línea de mi último post. Sera cosa del otoño? Un saludo
Concha: no me había pasado nunca percatarme de ese fenómeno. ¿Será que aquellos que amamos más se funden en nuestro día a día, por el simple ejercicio de nuestra memoria?. Acá es primavera, pero esta fecha me llena de nostalgia.
Un gran abrazo y gracias por pasar.
muy lindo. cada vez que la contás, peleas contra la disgregacion y la reconstruis.
abrazo.
G: sí es verdad, cada vez que reconozco esa presencia, la armo nuevamente. Es un buen punto de vista. Mil gracias por pasar. Saludos