Ocho Días

Miro las noticias, en esta pantalla gigante, que han instalado a un lado del campamento. Luchito hizo sus deberes y ahora duerme. Hace frío todavía y es octubre. Atizo el brasero, me pongo la frazada en la espalda. Lleno la tetera con agua y la dejo entre los carbones encendidos. Contemplo el cielo estrellado del desierto, en esta noche de primavera.

Me junto a conversar con las otras y observamos con desesperación el calendario, igual como al principio, porque hace sesenta y tres días con sus noches que ocurrió la desgracia. Hace sesenta y tres días exactos que estamos en esta espera. Hace sesenta y tres días que no he visto a mi marido y hace sesenta y tres días que él ni ninguno de sus compañeros han visto la luz del sol.

Esperamos con calma, algunos días; con rabia otros y  juntando la ansiedad en una bolsa invisible al ladito del alma. Las cartas escritas de su puño y letra, me llegan profundo al corazón y no hallo las horas de abrazar a este hombre nuevo, que me devolverá las entrañas de la tierra. Más cariñoso, más querido, nunca más esperado. Un hombre nuevo, repite en sus misivas. Un hombre nuevo, me dicen las parientas, que no pueden creer este milagro de Dios. Abajo, no les ha faltado nada desde que los encontraron con vida, dicen todos. Lo que pasó antes de ese momento, no sé si lo vayan a contar alguna vez.

Nunca antes se había juntado tanto un pueblo. Nunca antes se había querido tanto a un puñado de hombres comunes y corrientes, que esperan con la paciencia de los viejos, con la misma de la montaña que los tiene prisioneros, salir afuera. Terminar este turno tan largo. Dejar a esta manada querida, con la que han aprendido a soportar el encierro, el calor y la humedad. Con la que pasaron semanas a oscuras, escuchando sólo sus voces, para encontrar conformidad, para alimentar la esperanza y con la que  trabajan codo a codo, removiendo los escombros de la perforación que les dejará ver el cielo, una vez más.

Ahora nos avisan que sólo quedan ocho días más. Mi corazón se colma de lágrimas de contento y de tristeza. Alegría porque voy a volver a verlo. A mi Alberto. A este hombre con el que he compartido quince años de mi vida. Que he seguido por todos los campamentos del país, porque así es la historia de la mujer de un minero. Triste me siento, porque ya me había acostumbrado a este dolor, a esta falta, a esta desesperanza que no se va a ir tan pronto. A esta rareza de la vida, que lo extraño y que no quisiera dejar de hacerlo.

No pienses en esas cosas María del Carmen, me dice la Tila, también esposa, también paciente en esta larga espera, también parte de este campamento, que hemos bautizado Esperanza. No pienses en esas cosas, que se te aguan los ojos, se te arruga el entrecejo y si Alberto te ve así, no le van a dar ganas de salir a la superficie. Sonreímos y nos abrazamos, porque hemos llorado en el hombro de cada una, día tras día, mientras la máquina horada la montaña. Mientras los ingenieros corren de aquí para allá. Mientras llegan lentamente los periodistas de todo el mundo, como hormigas a las tortas, para grabar el momento maravilloso en que salgan nuestros queridos hombres. Dicen que ya están cerca, que ellos pueden oler el sol. Quedan ocho días, me dice la Tila. Ocho días. Nada más.

Fotografía AFP
N de la R: De acuerdo al artículo publicado en el diario El Mercurio,http://diario.elmercurio.com/2010/10/07/nacional/nacional/noticias/BCAC408E-A957-4BEB-B330-6920E70BB537.htm?id={BCAC408E-A957-4BEB-B330-6920E70BB537} sólo faltan ocho días para iniciar la evacuación de los treinta y tres mineros atrapados en la mina San José. La atención mediática del mundo ha estado con ellos y este país ha estado con ellos en corazón y espíritu. Mi profundo respeto a sus familiares, en especial a sus mujeres, que nunca bajaron los brazos y que se han mantenido en el campamento, desde el inicio. Para ellas, con mucho cariño, a la manera de Historias Ciertas.
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20 comentarios en “Ocho Días

  1. Me alegro porque se acabe el sufrir de muchas personas. probablemente los que esperan sienten un sufrimiento más intenso pues es un sufrimiento ampliado por lo que puede pasar. Y me alegro porque hayas dado voz al pensamiento de muchas mujeres que durante estos dias han estado padeciendo el dolor de la espera.
    No sabes cuánto hemos rogado para que todo termine bien.
    Salut

    • Micromios: Creo que los familiares de estos sobrevivientes la han pasado tan mal como ellos mismos. El vía crucis va por dentro, me decía mi abuela, cuando el dolor superaba todo pronóstico y era necesario hacer de tripas corazón para seguir viviendo.
      Este dolor, este vía crucis, finalmente llega a su fin.
      Un abrazo y mil gracias por pasar

  2. A mi también se me encoge el corazón pensando en estos larguisimos últimos días de encierro. Espero que al menos esta terrible experiencia sirva para que quien debe velar por los suyos tome medidas y prevenga que para eso nos merman el sueldo… Un saludo

  3. He visto toda clase de videos de estos hombres de espíritu inquebrantable. Anoche veía más cosas y es a muchos a quienes tienen con el alma en un hilo…tus teclas le ponen un hilo de historia a sus mujeres de protagonismos silenciosos y silenciados. Un fuerte abrazo amiga…conteniendo el aliento y reservando la emoción seguimos esperando, que cada vez falta menos.

  4. Gracias chrieseli, por poner voz con este sentido texto a esas mujeres que llevan doliéndose por sus seres queridos. A pesar de la distancia geográfica, estamos con el corazon y el sentimiento a su lado, y seguimos el desarrollo del rescate. Parce que será en ocho días, y eso es lo único importante, Ya habra momentos para la denuncia, la exigencia de responsabilidades y la rabia por el espectáculo informativo que sin duda sucederá. Ahora lo que importa es su salida del pozo.

    Abrazos.

    • Ernesto: Asi es, lo más importante es terminar este calvario. Estos días sin luz natural, con humedad, con calor, sin tomarse una cerveza, sin disfrutar una torta o un asado.
      Terminar con la incertidumbre de sus mujeres, que ahora sólo se contactan vía carta o con escuetas conversaciones telefónicas.
      Te agradezco la empatía y la solidaridad con esta gente que ha sufrido tanto, para ser un milagro de vida.
      Un gran abrazo

  5. Has dado voz, y muy hermosa, a la espera de las mujeres de los mineros, un gesto lleno de empatía que te define. Aunque se encuentren muy lejos de España no sabes cuantas veces me acuerdo de ellos y de su calvario.
    Un abrazo,

    • Querida Anne: te agradezco mucho tu preocupación por esta difícil situación.
      No podría haber sido de otra manera. En mi opinión, nosotras las mujeres nos llevamos siempre la parte más pesada y nos quedamos en la trastienda, con el corazón en un hilo. Son inumerables los ejemplos que podría citar.
      Afortunadamente, esta historia está a punto de terminar, con un final feliz.
      Gracias por pasar y un abrazote.

    • Querido Luis: así espero que sea. Alguna vez un final feliz para variar la larga cadena de desastres y sufrir de este país. Es algo que creo nos merecemos como nación y ellos, sobradamente, por su tesón, por la emotividad de la historia y por esas mujeres valerosas, que lo han aguantado todo.
      Un gran abrazo

  6. Recuerdo que tiempo atrás escribí un relato de mina y luego sucedió este accidente. Si mal no recuerdo. Muchas historias se van a contar o se pueden contar, incluidas las de estas mujeres. Espero que María Cristina encuentre tiempo para abrazar a su marido.
    PD (hayo?)

    • Minicarver: Es increíble que ya, antes que estos hombres salgan de su encierro, se estén armando novelas con sus testimonios. Editoriales están detrás de sus comentarios y se hacen zancadillas para lograr la primicia.
      Para mi gusto personal y sin desmerecer la tragedia en sí, estas mujeres valientes merecen mucho crédito.
      Corregí lo que me indicabas. El duende del teclado es implacable 😉
      Un abrazo y mil gracias por tu observación y tu visita

  7. Bonito texto sobre la tragedia de los mineros y los sentimientos que ha traído consigo a los familiares. Esta historia, la real, y ahora la tuya me tocó dentro. Me alegro mucho de que el final sea feliz.

    • Elena: muy bienvenida a esta bitácora. Estamos todos esperanzados que el final sea pronto y feliz. Si tienes tiempo échale una mirada al artículo del Mercurio, que te dará una idea más acabada de las implicancias del rescate.
      Muchas gracias por pasar.

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