Noche Vieja

Me vestí con la faldita de colores que tanto te ha gustado. Acomodé mi pelo en un moño, en lo alto de mi nuca y apliqué rosa pálido en mis labios y me asomé a la cocina a ver cómo iban las lentejas.

En el camino, pensé en lo que se había ido. En las penas y las alegrías, en las discusiones y las dulces reconciliaciones. Hice un alto especial al recordar en los que no iba a abrazar nunca más y mi corazón se llenó de lluvia. Me pasaste la toalla de un abrazo y con el vapor de la olla, se fueron los malos momentos y todo lo que quiero olvidar.  Me quedó la esperanza y la dicha, representada en tus ojos, de azul profundo a verde esmeralda, veleidosos y cambiantes, como ha sido el mundo, como ha sido este año que se va yendo apuradito, sin que nos dé tiempo para largos discursos y despedidas.

Espero el goce, espero la champaña helada y el ponche a la romana, el asado de cordero y las risas francas y sonoras. Espero beber hasta que se me caigan las cejas con la copa de cristal donde descansa mi anillo de brillantes y espero despertar a tu lado, abrazada a tu corazón. Espero que la noche vieja nos regale una hermosa luna llena y que permanezca hasta la próxima la compañía de todos los que han estado conmigo y me han regalado, cada día, dicha y abrazos.

Mientras aguardo a que se escuchen las campanadas y las sirenas de los bomberos y a que revienten los primeros fuegos artificiales, agradezco por lo bueno que me ha pasado. Me tomas de la mano y brindamos.

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