Mientras era golpeado por veinte oficiales de la patrulla fronteriza, en San Diego, California, Anastasio Hernández Rojas, inmigrante indocumentado, recordó los veinticinco años que llevaba en territorio de Estados Unidos. Recordó con fastidiosa precisión la alberca de miss Elizabeth, sus sobrinos regordetes y los fantásticos lonches que se zampaban cada domingo, mientras él se deslomaba cortando el pasto en el calor estival, pensando en su patria y en su madre, tratando de entender qué carajo hablaban estos gringos y agradeciendo humilde, siempre humilde, la propina que la miss le daba con su español chapuceado «no saber qué hacer sin ti Ani». Claro, porque había sido la miss en persona quien había pagado al Coyote por un jardinero y una mucama, como quien compra en el mercado un kilo de carne y tres naranjas. ¡La condenada!, pero aqui estaba y con lo que ganaba en la semana podía pagar su cuarto, su comida y mandar buenos pesos a su madrecita querida, que se moría de desolación entre el polvo de la mina y el calor del verano en el lejano San Luis de Potosí. No hay agua limpia para los pobres, decía ella en cada llamada y le escuchaba su lengua pastosa arrastrar las palabras al otro lado del teléfono, mientras él se tragaba tres cervezas heladas al hilo y pensaba sin cesar en la alberca de la miss Elizabeth, siempre rebozante y limpiecita.
Cuando la miss se casó con el gringo ese, mister Edward, todo se fue al carajo. Él trajo su propia servidumbre, vestidos de negro riguroso incluso con el calor atosigante de agosto, despidiéndolos a él y a la mucama. Ahí mismito empezó a jugar a las escondidas. La miss lo dejó sin papeles, pero bien recomendado y una recomendación llevó a la otra. Después de ser plomero, pintor, jardinero de medio tiempo, carpintero de casas de perros y muñecas, se convirtió en el señor de las albercas del barrio, siempre con la cara bien tapada por su sombrero de tela gringa, sus mangas abajo y sus movimientos copiados de los zambos. Nadie dudaba que era un mestizo negro, ciudadano legal de la ciudad a la que él había entrado esquivando agujeros de coyotes de a de veras, tragando arena y tierra amarilla, el corazón apretujado entre su saco con cuatro camisas, dos pantalones y el escapulario de la Vírgen de Guadalupe. Viaja liviano, le aconsejaron antes de partir. Viaja liviano, que se arranca mejor de la migra sin tanto equipaje que cargar. Nada más tu alma, le dijeron, nada más tu alma.
La dueña de la mansión, al final de la calle, le habló una vez de las fronteras y de su profundo descontento con todo lo que pasaba. Le consultó si pensaba que era un suicidio cruzar a este lado del río Grande y Anastasio, con la misma humildad que mostró en cada uno de sus trabajos, dijo en un inglés dificultoso y con ritmo de mariachi que qué le iban a hacer si acá estaba la chamba, acá estaba la lana y que muchos como la miss, su primera patrona, hacían vista gorda a la migra, las fronteras y los papeles y que aquí estaba, bendito sea Dios, todavía con fuerzas para seguir.
Los oficiales le aplicaron descargas eléctricas que nublaron todos sus recuerdos. Mientras perdía el conocimiento, vio la cara de sus cinco hijos, escuchó su nombre tres veces y luego no supo más. En el hospital decretaron la muerte cerebral a consecuencia de los golpes. La oficina de la patrulla fronteriza informó que los veinte oficiales respondieron a una agresión. ¡Hacen falta veinte gringos para terminar con un mexicano!, dijo el Coyote esa noche, doblando el diario y arengando a su cargamento. Órale pues, que no hay tantos policías esta noche.
Excelente comienzo! es muy bueno! y el ritmo con el que narras, rápido y sin floritismos innecesarios. Una lectura práctica, bastante profesional diría yo. Muy limpia, muy de todo. Muchísimo talento. Huele a talento puro!
Por qué tantas flores? porque las mereces.
Has pensado en publicar? digo.. todos pensamos en publicar pero… has pensado de verdad en publicar? porque a mí parecer tienes mucho talento para encontrarte en mi librería más cercana.
Me gustó bastante aunque no esté muy involucrado en el tema y la verdad es que no sé nada de éste tema.
Saludos.
Don David: honrada me siento, realmente. La génesis de este relato se la debo a un visitante amigo Minicarver, quien en su estilo (de minirrelatos) bosquejó esta historia potente y tan verdadera que parece una ficción. Es por eso que el ritmo que te ha llamado la atención es el más adecuado y siempre ha sido mi afán sólo contar la historia, sin tratar de forzar la opinión o tendenciar al lector.
Sí he pensado en publicar aunque desgraciadamente cumplo con el máximo requisito de los escritores del siglo XIX, pobre como laucha. La edición aquí en Chile es muy cara y son muy pero muy pocos los que se atreverían a apostar por una contadora de historias. Por lo pronto estoy juntando dinero, a ver si me lanzo como independiente
Muchas gracias por tus palabras. Un gran abrazo y gracias por pasar
Que desgracia la vida de algunos, como la vida están menospreciada , como la justicia es injusta, y que desgracia de aquellos que por solo querer vivir en su tierra le pagan de esa forma , maldito aquellos que piensan lo contrario, tema de actualidad, de enseñanza, y de una justicia que no es divina, un 1/4 de beso.
sinBalas: La justicia no siempre es justa y ciega, desgraciadamente.
Otro 1/4 de beso para ti también. Ya llevamos medio 🙂
Saludos y gracias por tu visita
Me parece bien, entonces dejémolos en 1/2 beso, saludos
Estupendo testimonio de un hecho repetido y tristemente sin visos de desaparecer. La tierra de acogida a veces puede convertirse en un infierno a pesar de la propaganda que dice lo contrario.
Salut
Micromios: asi es, no todo lo que brilla es oro. Desgraciadamente, en esta situación y en muchas otras, el inmigrante indocumentado es víctima silente de abusos y lucro para aquellos que controlan solapadamente esta «industria».
Un abrazo y gracias por pasar
Estupendo relato que trasmite una continuación al de minicarver.
Tristeza al pensar que es una realidad tan cotidiana y que desgraciadamente quedará en el olvido como tantas otras.
Un abrazo.
Piper: así es, como le comentaba a Claudia, desde los años 50 que esta situación se viene repitiendo de la misma forma, día tras día. Algunos más afortunados, otros menos. Han tratado de detenerlos, pero desgraciadamente el problema no es del que porfía en cruzar, sino del que se lucra ofreciendo refugio, comida y trabajo al otro lado de la frontera.
Muchas gracias por pasar. Un abrazo
El relato de la vida de un pobre hombre explotada por otros más poderosos. La injusticia late bajo las palabras. La tortura final, que defines como cotidiana, resulta estremecedora.
Un abrazo conmovido,
Anne: lamentablemente, situaciones como estas, a la distancia de los hechos, revisten trazas tanatológicas inconmovibles de tanto repetirlas. Un abrazo sentido y gracias por tus palabras.
Conmovedor relato. Sabemos muy poco lo que pasa el otro lado del charco. La inmigración es un tema que a mi me afecta especialmente.
Charlotte: Muchas gracias por pasar a visitarme. Sabemos lo que nos cuentan los vencedores, como normalmente ha sucedido a lo largo de la historia. Un abrazo y gracias de nuevo
Es un tema candente, duro y complejo. Noi con sus cercos pueden detener la inmigración que, por otro lado necesitan.
Lo que les gusta es utilizarlos cuando les conviene y luego, «si te he visto, no me acuerdo»
Alemama: Lamentable que el término «desechable» se absorba de esta manera tan cruel. Una simbiósis necesaria, que nadie acepta como tal. Un doble estándar cruel y acomodado. Una ley de oferta y demanda encubierta y socialmente aceptada.
Gracias por pasar.
Saludos
Un relato que refleja una triste realidad, pero así es y hasta el dia de hoy sucede, como relato es muy bueno.-
Weaber: Asi es. Incluso en nuestras fronteras, no con tanto dramatismo, pero ocurren hechos similares.
Muchas gracias por tu visita. Un abrazo
Conmovedor y desgraciadamente realista. Había leído el de Minicaver y estaba esperando este. Y no puedo opinar mucho más porque con el bendito EEUU siempre se me salta la compostura. Que lo único bueno que ese país ha aportado a la humanidad han sido algunos (algunos!) artistas y científicos.
Un abrazo Chrieseli! (Tu relato es magnífico)
Clau: el problema con USA no es USA en si, son los americanos :). Y el problema con esta inmigración en particular es el doble estándar. Desde los años 50 que han arreado a los campesinos mexicanos a trabajar en labores agrícolas y ganaderas. En principio, iban y venían. Luego, se fueron quedando y ahora es un mar humano que cruza como sea, porque la tentación del dinero es grande. Nadie se arriesga por una quimera, todos saben que una vez al otro lado, tienen trabajo, alojamiento y comida. Verdaderas organizaciones clandestinas que ganan mucho con esta actividad. Nuevamente el tema es de las conciencias particulares. Si contratas a un indocumentado, estás echándole leña al fuego, nada más.
Un abrazote y gracias por comentar.
Me ha conmovido este relato aterradoramente cotidiano para aquellas gentes de intentan sobrevivir sin medios en otras tierras. Abusados, explotados y abatidos por la indiferencia como si sus almas no valieran ni un peso. Nosotros aqui por lo menos legalizamos a nuestros inmugrantes y les tratamos con algo mas de justicia, no se si toda.
Un saludo
Concha: Creo que el problema de los inmigrante ilegales es un drama que nos toca a todos. Tanto aquellos que hacen vista gorda, como aquellos que les contratan por cantidades irrisorias, como aquellos que no les toman en cuenta, como si no existieran.
Un abrazo y gracias por pasar.
estimada Chrieseli; has escrito un relato conmovedor y que describe muy bien lo que pasan los mexicanos y latinos en general del otro lado del Río Bravo. Si mi relato inspiró este, me siento honrado de ello. Un abrazo amistoso y solidario.
Minicarver: Honrada estoy yo de que me hayas dejado tomar tus palabras y convertirlas en esta historia.
Un abrazo para ti también y miles de gracias